Convertida ya en un icono argentino, Valeria Mazza, la primera supermodelo latinoamericana, recorre su carrera y su vida personal en una miniserie documental de cuatro episodios con los que “ha abierto su corazón y las puertas de su casa” a sus admiradores y a aquellos que únicamente conocen su nombre de oídas.
A sus 51 años, la “top” rosarina sigue en plena forma y su apariencia no ha cambiado con respecto a la del pico de su carrera como modelo en los años 1990 y en la década de los 2000.
Su larga cabellera rubia y sus ojos azules la llevaron a lo más alto del mundo de la moda durante una era en la que la mayoría de las supermodelos eran europeas o estadounidenses.
La modelo reconoce que su desembarco en Europa -que ocurrió en su juventud y la llevó a renunciar a una prometedora carrera como nadadora profesional- fue “complicada”.
“Nada estaba planificado, ni planeado, ni organizado”, dijo Mazza, que se instaló en Milán, la meca de la alta costura, en la que coincidió con Gianni Versace, Giorgio Armani, Salvatore Ferragamo y el resto de los grandes nombres de la moda italiana de la época.
No hay edad para la moda
A sus 51 años, Mazza compatibiliza múltiples tareas con su dedicación al mundo de la moda, aunque ya no desfila en las pasarelas desde hace más de una década.
Madre de cuatro hijos, todos ellos junto a su marido y mánager, Alejandro Gravier, con quien se casó por todo lo alto en 1998.
Recientemente, la supermodelo protagonizó la portada de la prestigiosa revista Vogue en sus ediciones para México y el resto de América Latina.
“Cada vez hay más sitio para las mujeres de más de cincuenta años en el mundo de la moda (...) Es súper sano, porque no es que pasen los años y se termine la belleza, la vida o la moda. Todo lo contrario. Depende de cómo vos lo vivas y cómo te veas en el espejo”, cree Mazza. EFE