24 abr. 2024

Diego Brítez: “Tengo en la mente el guiso de arroz de mamá y la pizza casera de mi abuela”

Casado hace tres años y con una hija de ocho meses, Diego Brítez busca crecer como profesional de la cocina y se divierte bailando en televisión. Aunque se considera tímido, le gusta la pantalla y rompió sus propios parámetros para llegar al público.

Diego Britez

Foto: Fernando Franceschelli

De la cocina a la pista de baile. En poco tiempo, Diego Brítez ganó tantos seguidores que venció dos veces a otros famosos en el duelo telefónico del Baila conmigo Paraguay.

En una entrevista exclusiva para revista TVO, el ex MasterChef contó una de las mejores anécdotas que vivió en la cocina y sus metas como profesional gastronómico. ¡Pasa y leé!

¿Cómo nació tu pasión por la cocina?

-Nace hace 12 años atrás, más o menos. Hacíamos reuniones en la casa de un amigo, que creo que es uno de los responsables de que me guste la cocina. Él cocinaba, o su mamá. Yo siempre le miraba, me llamaba la atención. Ellos notaron eso hasta que me invitan. Y así empecé. Después de un tiempo de ayudarles en la cocina, ya me decían: ‘Ahora vos vas a hacer esto’.

Antes era yo parrillero, porque dicen que el paraguayo nace parrillero y se hace cocinero. Creo que no hay un paraguayo que no sepa hacer asado. Ya estaba en la parrilla, pero en la cocina arranqué gracias a mi amigo Samir.

¿Nunca estudiaste cocina?

-Ahora estoy estudiando, estoy haciendo mi segundo año en IGA. Es una tecnicatura, Técnico en Gastronomía y Alta Cocina, de tres años.

El paraguayo nace parrillero y se hace cocinero. Creo que no hay un paraguayo que no sepa hacer asado

¿Te gustaría abrir un restaurante después?

-Actualmente, no. No me enloquece la idea de un restaurante, porque es un mercado difícil en Paraguay, la vida de un cocinero es muy sacrificada. No me veo actualmente en un negocio gastronómico, por qué no más adelante y poder vivir de lo que uno ama hacer.

¿Recordás alguna receta de tu mamá o tu abuela?

-Sí. El plato que tengo grabado en la cabeza desde mi infancia es un guiso de arroz de mi mamá. Algo de mi abuela también, una pizza casera que hasta ahora hace en las reuniones, a pedido de todos los nietos.

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Foto: Fernando Franceschelli

¿Le conquistaste a tu señora cocinando?

-En parte sí. Uno de los mayores placeres de la vida es comer.

¿Cocinaste para tus suegros?

-Sí, siempre. Hasta hoy día.

¿Cuál es un ingrediente que nunca puede faltar para vos?

-No hay en la gastronomía un ingrediente. Hay ingredientes fantásticos, como la sal, que es el mejor invento de la gastronomía porque sin sal sería todo recto, cuadrado. Es un resaltador de sabor. Me gusta mucho el ajo, en la mayoría de mis recetas no falta ajo.

¿Tu plato favorito cuál es?

-Cuando uno empieza a meterse en la gastronomía en forma más intensa, empieza a abrir su mente y ya no se casa con un plato. Todos los platos tienen su encanto. Sí puedo decirte que la gastronomía paraguaya es la que disfruto comer, un soyo con tortilla, vori vori, mbeju, sopa paraguaya; son platos que me gusta comer.

¿Tenés alguna anécdota en la cocina?

-Miles. Una de ellas fue cuando empecé a salir con Alma, cuando eso era mi novia. Me invitan a su casa, iba a ser mi presentación en sociedad. Entonces, yo me ofrezco a hacer el asado. Voy y compro una de las carnes más caras que hay acá en el mercado, que es la carne de wagyu, una raza animal oriental. Son cortes bastante caros.

Cuando estaba haciendo el asado, se me suelta la parrilla y toda mi carne cae al carbón. Tan caliente estaba, yo quería meter la mano; todo el mundo ahí queriendo salvar la carne. Salvamos la carne, salió un poco rostizadita, más crocante de lo normal, pero salvamos.

La gastronomía paraguaya es la que disfruto comer, un soyo con tortilla, vori vori, mbeju, sopa paraguaya

¿Cómo tomó tu familia la idea de que estés en el Baila?, vimos que tu señora hasta te hizo firmar un contrato imponiendo sus condiciones.

-Sí, hizo eso, pero fue jodiendo. Fue una decisión que la tomamos juntos. A mí, cuando me hicieron la propuesta, les pedí tiempo para hablar con mi familia. A mí me cuesta mucho hablar, soy una persona de pocas palabras, me cuesta expresar lo que siento, hasta con mi familia. Pero como ya me apuraban los de la producción, tuve que hablar con Alma (su esposa), con mis hermanos y mi papá por el tema del negocio, porque esto requiere mucho sacrificio y tiempo; es dejar de lado un poco lo que me da sustento.

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Foto: Fernando Franceschelli

¿Cómo cambió tu vida desde que estás en el programa?

-Afecta en el ritmo diario, pero la esencia de uno no afecta. Yo sigo siendo el mismo Diego de antes. Yo digo siempre que no sirvo para ser famoso porque me olvido luego. Me voy por la calle, la gente me mira y yo me olvido.

De repente voy al supermercado y me miran; generalmente si vos no le mirás, la gente no se anima a hablarte. Entonces nadie se anima a hablarme a mí porque yo me olvido. Estoy concentrado ahí eligiendo mi tomate, mi cebolla y me olvido. Yo no sirvo tanto para ser famoso.

Sin embargo, ganaste dos telefónicos. ¿Cómo fue?, ¿trabajaron mucho?

-Sí, mucho trabajo desde muy temprano. Yo vengo también de un programa de vista masiva, como fue MasterChef en su primera temporada. Ahí gané seguidores en todo el país. Hasta ahora sigo notando eso por los mensajes que recibo. Pero más allá de eso, a mí me tocó también un equipo de trabajo increíble.

No es solo Diego Brítez, sino que hay mucha gente detrás trabajando. Fran Arce, nuestro coach, es un tipo que hace mucho tiempo está en esto. Él está en academias de baile acá, en Ypacaraí, en Luque; tiene mucha gente que le aprecia y le sigue. Esas son personas que a la hora de los teléfonos nos apoyaron en forma masiva. Ellos tienen una organización increíble, saben cómo manejar esto, para mí es algo nuevo.

También está la familia de Evelyn, que nos apoya bastante. Ahora, fuera de los teléfonos seguimos trabajando. Nosotros seguimos vendiendo comida casi toda la semana, para recaudar.

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Foto: Fernando Franceschelli

¿Nunca tuviste roces con tu bailarina o tu coach?

-Los roces ligeros son naturales a la hora de convivir tanto tiempo con alguien. Te agarra el famoso mal de barco, llega un momento en el que te pudre, pero nada grave, nada serio que no se pueda solucionar, que no se pueda arreglar charlando. Siempre hay alguna que otra aspereza, pero dentro de lo normal.

¿Nunca se puso celosa tu señora?

-No, hasta ahora no. Inclusive, ella es la que trata de sacarme la timidez. Yo soy muy tímido. En la coreografía de la lluvia tuvimos al final un beso con Evelyn (su bailarina). Yo le comenté a ella que iba a haber algo así. Y ella misma me dice: ‘Pero no seas tímido; si vas a hacer, hacelo bien. No te digo que le partas la boca pero hacé que sea creíble. Parate bien, no vayas a dudar’. Ella es la que me anima a sacarme eso, muy lejos de celar.

¿Después del Baila cuál sería tu meta?

-La verdad que esto del Baila a mí me tomó por sorpresa. Lo mío en MasterChef ya estaba olvidado. Ahora no sé, estando tanto tiempo por los canales de televisión, uno piensa en algún programa de televisión. Estamos haciendo un canal de YouTube de gastronomía con unas personas. Por qué no también un programa de televisión de gastronomía.