25 abr. 2024

Mario Cimarro: “Tengo la cabeza llena de cicatrices”

El galán Mario Cimarro conversó en exclusiva con TVO e hizo un recorrido por su vida. Recordó su traviesa infancia junto a su abuelo Gildardo, en Cuba, las telenovelas que marcaron su carrera y, por supuesto, habló de lo enamorado que está de nuestro país y de su participación en Baila conmigo Paraguay.

Mario Cimarro

El actor Mario Cimarro conversó en exclusiva con TVO.

Foto: Fernando Franceschelli

Fotos: Fernando Franceschelli / Producción: Mathías Arce / Locación: Hotel Five

Mario Cimarro es un actor cubano muy querido en nuestro país y desde su llegada a tierra guaraní para formar parte del jurado del programa Baila conmigo Paraguay, emitido por Telefuturo, se ganó aún más el cariño de los paraguayos. Para conocer un poco más sobre el galán de telenovelas, el equipo de TVO lo citó en el Hotel Five, hasta donde llegó puntualmente, para compartir una linda mañana entre flashes y preguntas.

Mario, ¿cómo es tu vida en nuestro país?

- Lo primero que hago en la mañana es levantarme a las 6.00 o 7.00 e ir al gimnasio. Solía tomar café hasta hace tres meses, cuando descubrí una bebida fenomenal que viene de esta región: la guaraná, que es mucho más fácil de hacer que el café; solo necesitás hielo. Yo la tomo justo antes de ir al gimnasio y le echo una cucharada de proteína rápida.

Luego disfruto mucho de la naturaleza. ¡Ustedes son tan privilegiados! ¡El país es tan lindo!, hay tanta naturaleza, tantas cosas que hacer afuera, que yo estoy disfrutando. Vamos al Parque Guasu, a andar en bicicleta, viajamos al interior. Estoy descubriendo el país de una manera muy, muy linda.

<p>El galán de telenovelas quedó encantado con todos los rincones de nuestro país que ya recorrió. </p>

El galán de telenovelas quedó encantado con todos los rincones de nuestro país que ya recorrió.

Foto: Fernando Franceschelli

¿Qué lugares de Paraguay te impresionaron más?

- Todos me han gustado mucho y decirte que uno me gusta más que otro es como despreciar un poquito lo lindo que es el país. Lo más cercano que fui fue a las Ruinas Jesuíticas, cerca de Encarnación; y tal vez por todo el despliegue técnico, la protección de la Unesco, cómo tienen conservado el lugar, cómo te lo presentan, cómo se lo presentan a cualquier persona que vaya –a todos les dan una presentación digna de cualquier museo de Europa o América–, la verdad es que fue una experiencia muy hermosa.

Pocas veces vi el cielo tan bonito, las estrellas; o tal vez fue la mística del viaje, al que te lleva la guía turística, y la música, el sonido, las explicaciones que tienen que ver exactamente con lo que pasó en ese momento histórico, cuando vinieron los curas jesuitas a enseñar a los guaraníes a cantar, a tocar ópera. Todo eso lo escuchamos mientras nos dan la explicación, y además tenés la belleza de la arquitectura.

Te impresionó mucho el lugar.

- La verdad, me impresionó, se me pararon los pelos y me dio mucho gusto estar ahí y tener ese privilegio. Al otro día fuimos a las dunas de San Cosme, y son preciosas.

¿Tu novia se está acostumbrando a la vida en Asunción?

- Ella es mi mancuerna perfecta. Estamos viviendo esto de una manera increíble, cada salida es una aventura, y sí, lo está disfrutando mucho.

También vemos que paseás mucho en moto.

- Claro, en realidad yo prefiero pasear en moto, es la mejor manera de conocer un país, de conocer a la gente, de que todo te llegue de cerca, sentir el viento, el aire puro que hay aquí; hay tanta naturaleza que no existe más oxígeno que el que hay, es maravilloso.Las carreteras: verde, verde, todo, ¡guau!

Yo, la verdad, me siento bendecido de estar aquí por fin, por este tiempo que me han dado para conocer, porque ese fue el trato. “Queremos que vayas a Paraguay para que colabores con nosotros en el programa”, me dijeron, y yo les respondí: “Tú sabes que si voy a Paraguay, me la voy a pasar viajando, voy a conocer el país”.

<p>Cimarro se declara comilón y le gusta mucho el bollo de guayaba. </p>

Cimarro se declara comilón y le gusta mucho el bollo de guayaba.

Foto: Fernando Franceschelli

¿Cómo ves a los participantes de Baila conmigo Paraguay?

- Es la primera vez que participo en un formato como este en televisión. A medida que pasa el tiempo, me doy cuenta de que los creadores de este programa –que ya lleva casi 10 años y es uno de los más exitosos que existen en el mundo entero, en Estados Unidos, en Europa y ahora acá en América del Sur– tienen todo muy bien pensado.

¿Cómo te llevás con los demás miembros del jurado?

- Es un jurado diverso y cada uno está aportando lo que sabe de su background y conocimientos. Creo que es enriquecedor para los concursantes, porque hay muchísima buena onda, y cuando estamos entre nosotros, siento que todos queremos que triunfen.

Sabemos que hay muchos que tienen muchas carencias, pero creo que hay comunión, actitud y ganas de darle al público un buen espectáculo. Esas son cosas que todos tenemos en común. Es una competencia y si a alguno de los concursantes en algún momento le da un bajón anímico, el público lo ve, la cámara lo capta, es una competencia. Ahí estamos pendientes.

Ya probaste las comidas típicas paraguayas, y al parecer te gustan mucho.

- Yo soy un comilón de primera. Tengo una vida sana y muy saludable, porque me agrada estar energético, alegre. Pero también me gusta comer, es uno de los placeres que más me gustan de la vida. Y en Paraguay, además de la naturaleza (todo es natural), es increíble lo rico que hay a donde quiera que vayas.

Yo me he perdido por ahí con mi chica y hemos llegado a casa de personas que nos han ayudado a recorrer tres kilómetros, porque dejamos el carro y nos perdimos; y nos invitan a comer en su casa y nos dan una comida simple, hecha a carbón, y es lo más delicioso del mundo. Hemos estado en restaurantes, y nos regalan cosas, es demasiado rico todo.

En lo personal soy muy dulcero, me encanta el bollo de guayaba, porque esa es mi fruta favorita, y todo lo que se haga con ella me vuelve loco. La mandioca, a la que nosotros decimos yuca, también. Otra exquisitez que está en todos los restaurantes también me gusta mucho, la chipa. Todo lo que encuentres aquí es natural, y a mí me encanta.

<p>Mario nos contó que tiene los mejores recuerdos de su infancia junto a su abuelo, en Cuba.</p>

Mario nos contó que tiene los mejores recuerdos de su infancia junto a su abuelo, en Cuba.

Foto: Fernando Franceschelli

¿El tereré ya probaste?

- He escuchado de él y tiene que ver mucho con mi guaraná de la mañana, porque estuve leyendo y preguntando. Sé que se consume frío y es fácil de preparar. Y bueno, lo voy a tomar en cuenta, porque estás manejando en la ciudad, parás en el semáforo, volteás a un lado, y está el chofer y la muchacha o el muchacho tomándolo. Lo voy a probar.

¿Alguna anécdota de tu infancia?

- Hay muchas anécdotas, porque yo era muy travieso, tengo la cabeza llena de cicatrices, ¡como todo buen niño! Yo era el único varón en la casa. Pero una anécdota que tenga que ver con este viaje a Paraguay es la naturaleza. Mi abuelo era campesino y tenía animales y tierras. Yo pasé toda mi infancia con él, en la finca, y todo me provoca alegría recordar. Una de las cosas más lindas era despertar en su casa, las ventanas eran bajitas; mi mamá entraba a la recámara, las abría y la luz del sol me despertaba. Cuando volteaba no veía una pared, sino el campo, el río, los animales, ¡todo!

¿Cómo se llama la ciudad donde pasaste esa linda infancia?

- Gibara, en la parte oriental de Cuba, donde transcurrió gran parte de mi niñez. Ahí veía a mi abuelo Gildardo con sus caballos bajando al río. Me levantaba a correr y ya me subía a los caballos rumbo al río. Ahí aprendí a nadar, porque mi abuelo iba una vez a la semana y cruzaba el río. Y ahí, con los caballos ya mojaditos, se ponía a lavar y enjabonarlos. Una vez me solté del animal, pero no sabía nadar. “¡Abuelo, abuelo, abuelo!”, le decía. Y él, muerto de risa: “Tranquilo, relájate”, y yo en medio del río. Mi infancia fue espectacular, tengo muy buenos recuerdos.

¿Cómo te iniciaste en el mundo artístico?

- ¡Guau! Yo creo que no hay como un inicio, porque la vida de un ser humano no es lineal, uno va pasando por experiencias y cosas, y de repente das un círculo, te regresas. Creo que todas las experiencias que he vivido en mi infancia, sobre todo en mi adolescencia, van formando la inquietud artística.

Yo tuve muchísimas influencias increíbles, experiencias de festivales de cine en La Habana, Varadero, de conciertos, de estar con los mejores directores de América Latina y Europa; o sea, vi eso a una temprana edad, en un lugar donde la cultura era prioritaria y un gran orgullo para todos.

Así, profesionalmente, mi inicio, mi patadita, me la dieron dos personajes muy importantes, el director Baz Luhrmann, quien me hizo un casting para Romeo and Juliet, donde actuó Leonardo Di Caprio. Yo todavía era estudiante, fui a la audición y participé de la película. Luego hice otra con el director Louis Gossett Jr., quien ganó un Oscar por An officer and a gentleman, con Richard Gere. Entre Baz Luhrmann y Louis Gossett Jr., formé mi fundación profesional.

<p>El jurado de Baila conmigo Paraguay todavía no probó el tereré, pero lo hará, según nos adelantó. </p>

El jurado de Baila conmigo Paraguay todavía no probó el tereré, pero lo hará, según nos adelantó.

Foto: Fernando Franceschelli

¿Estudiaste alguna otra carrera además de actuación?

- Estudié Lengua y Literatura Española. Mi mamá era maestra y mi papá, abogado. A mí me tocó una época en la que escogían por ti lo que estudiarías. No podía escoger, me tocó eso. Fue muy bonito, aprendí mucho. Cuando estás en la universidad estudiando algo que no escogiste, el subconsciente siempre busca lo que en realidad le gusta. Siempre estuve superligado al grupo de teatro, a los profesores que lo enseñaban; hice dos o tres obras en esa época.

¿La telenovela que marcó tu vida artística?

- Si vamos a hablar de televisión y telenovelas, de ese formato específico, la más exitosa, la más redondita, el círculo perfecto, de guión, dirección, elenco y éxito mundial fue Pasión de gavilanes, definitivamente. Es la que más se ha copiado, la que más elencos han rehecho, la que más han criticado; porque el éxito es tan rotundo que obviamente tiene muchas personas que la quieren, pero también otras que no la quieren, porque están enojadas al no poder mejorar eso.

También tengo un excelente recuerdo de El cuerpo del deseo, que originalmente no se llamaba así, sino En cuerpo ajeno, porque trata de la reencarnación de un hombre de 80 años en un campesino. Ese fue un trabajo arduo, estudiar dos sicologías tan distintas, un dialecto que casi ya no existe. Hay otras historias, yo trabajé en Venezuela muchos años e hice una película fabulosa, la más taquillera en la historia del cine venezolano, se llama Puras joyitas.

¿El papel que más te costó interpretar en tu carrera?

- Sí, Salvador Cerinza y Pedro José Donoso, en El cuerpo del deseo, fue superdifícil.