Gerardo Franco es un paraguayo oriundo de Ciudad del Este que fue a trabajar a Barcelona en el 2005, a los 20 años. En ese tiempo, desempeñándose como albañil, nunca se imaginó que podría cumplir uno de sus más grandes sueños: viajar por el mundo. Actualmente, Gerardo ya recorrió más de 96 países y planea seguir conociendo más lugares. “Mi idea es conocer un poquito más; el centro de Asia no conozco, por ejemplo”, contó Gerardo a TVO, quien se está preparando para su siguiente viaje, mañana miércoles, esta vez a Sudáfrica.
Gerardo, contanos un poco cómo inició esta gran aventura.
- La primera vez fui a Tailandia por 10 días con un amigo. Era mi gran sueño ir a ese país, y también era viajar, pero no lo hice porque no hablaba inglés y siempre pensé que necesitaría mucha plata. Me fui a Tailandia y empecé a hablar en un inglés todo atravesado con la gente, que me decía: “Vos no necesitás mucho dinero”. Conocí alemanes con 20 años que se iban con 500 dólares para un mes o un mes y medio, y trabajaban en los hostales. Y me dije: “¿Yo por qué tengo miedo entonces de viajar?, tengo algo de dinero”. Ahorré mucho, porque quería comprarme un BMW. Veía que los paraguayos progresaban y yo no tenía nada, andaba en metro, caminando o en bicicleta no más por Barcelona. Si yo compraba ese coche, me quedaba pelado, como siempre pasa, entonces decidí invertir en algo. Un día me desperté y dije: “¿Para qué quiero un coche acá en Barcelona? Si tengo cómo moverme. Voy a viajar”.
¿Entonces así empezó?
- Ahí empezó todo, comencé a hablar con unos conocidos que tenía, una amiga rusa me ayudó a comprar mi pasaje para el Transiberiano. Toda esa gente que piensa que es demasiado caro, ¡es mentira! Me jode que las personas no tengan idea de lo que hay en el mundo y hablen. Quiero cambiar esa mentalidad, pretendo que quieran salir y ver otra cosa que no sea Chololó o Pinamar. Por el mismo precio que vas a Encarnación, podés ir a Tailandia, así de sencillo.
¿Cuántos países actualmente conociste?
- Al principio no contaba los países que visitaba, porque me decía: “Voy a viajar no más”, y me iba los fines de semana. Un día una chica alemana me preguntó: “¿Cuántos países ya conociste?”, y nunca se me pasó por la cabeza. En ese entonces eran como 17 países, contando los de Europa. Ahí viajar es muy fácil, porque te vas en colectivo o en tren, los pasajes comprás con antelación y te cuestan de cinco a 30 dólares. El paraguayo no se informa no más y no quiere progresar. Entonces empecé a comprar pasajes baratos con anticipación y comencé a ir los fines de semana. Y hasta ahora tengo contados 96 países, incluyendo Andorra, que es como un principado, pero se cuenta como país allá. No incluyo en mi lista Mónaco ni el Vaticano; si incluiyera todo eso, ya tendría casi 100 países.
¿Qué tenés en cuenta a la hora de planear tus viajes?
- Lo primero que tengo en cuenta antes de empezar un viaje es: “Dónde me va a resultar más barato llegar”, y luego ahí puedo planificar y decir: “Me voy a mover en colectivo”. Llego a Francia y de ahí me tomo un autobús a Berlín, porque me cuesta 10 euros no más el pasaje. Duermo de noche, llego a la mañana y visito esa ciudad. Después agarro otro colectivo y me voy a Praga, que cuesta otros 10 ó 12 euros. Y así, esa es la manera de organizar mi viaje. Siempre intento buscar lo más barato posible y consultar a muchas personas, leer foros, etcétera. Pero claro que todo se logra aprendiendo. Yo ahora soy un experto, vos me enviás a Tailandia con 200 dólares y voy a estar un mes tranquilamente.
¿Cuál de todos tus viajes fue el que más te marcó o emocionó?
- A nivel personal, el país que más me marcó fue Madagascar, porque siendo tan pobre y uno de los menos desarrollados en el mundo, la gente es muy educada. En las ciudades grandes siempre piden dinero, pero en los pueblos pequeños donde voy, intento conocer a la gente, no me voy a un hotel o a restaurantes caros. Conozco gente en la calle y le digo: “Hey, ¿qué te parece si cocinamos en tu casa?”, y todos aceptan encantados, porque no tienen demasiado confort, entonces tampoco poseen muchas posibilidades de comprar carne. Ellos comen más arroz y verduras, porque un kilo de carne en Madagascar cuesta tres dólares el kilo, y para ellos es mucho. El salario mínimo es de 20 ó 30 dólares al mes y eso lo ganan trabajando en los restaurantes, sirviendo a los turistas. La educación de esa gente es impresionante, los niños no tocan nada sin que vos les des; si les das, te miran con unos ojos que, la verdad, no tienen precio. Hoy en día existe mucha gente que tiene todo a su alrededor y ni te habla, les decís para tomar una cerveza y están con sus teléfonos pinteando, vyros chusco, y yo me cansé porque también era uno de ellos antes.
¿Hubo algún viaje en que no la pasaste muy bien?
- Cuando la pasé muy mal fue cuando empecé a viajar. Fue en Irkutsk, una ciudad de Siberia, después de tomar el Transiberiano. Sucede que mi pasaje tenía mi nombre en cirílico, que es el idioma ruso, entonces el inspector del tren me dijo que mi pasaje no servía. Y yo no tenía dinero y no quería pagar más, ese pasaje me costó 75 dolares. Quedaban 3.500 kilómetros y tenía que llegar al otro extremo de Rusia, donde está el mar del Japón; Vladivostok se llama la estación y hacía un frío de -40 grados. Yo corría con mi mochila de un lado para el otro en la oficina, incluso llegué a llorar porque pedí por favor que me dejaran subir al tren, que ya no tenía plata y debía llegar a mi destino, porque tenía un vuelo para irme a Tokio y ese pasaje me costó 90 dólares.
¿Qué mensaje les enviás a todos aquellos que tienen los mismos sueños que vos y no se animan?
- Mi mensaje es que dejen de comprar cosas, porque adquirís un coche y en cinco años ya se fundió o le faltan cosas y tenés que volver a gastar en eso. Invertí en viajar, y si no te da la posibilidad en Paraguay, andá a buscar la oportunidad en otro país, es muy sencillo. Yo me fui con 20 años sin saber hervir un huevo, y ahora puedo cocinar de todo: chipa guasu, sopa, comida italiana, francesa, brasileña, ere eréa. Todo es cuestión de decisión, cada uno decide lo que quiere de su vida, y yo quiero incentivar eso, es mi mayor propósito. Porque hay mucho vyro chusco acá que están en plan de: “Ay sí, viajar”, y muestran todo lo lindo no más. No hace falta irte a lo lindo, vos te vas para conocer, para experimentar, luego para volver a tu país y apreciar lo que tenés en donde vivís, eso para mí es viajar. No ir a mostrar que estoy comiendo un platazo de comida y gastando un montón de dinero, es diferente. Viajar es experimentar, disfrutar cada momento, incluso cuando te pasan cosas malas, vos te acordás de eso y decís: “Hija de mil, ahora me estoy volviendo más autosuficiente”.
¿Por cuánto tiempo querés seguir viajando?
- Mi idea es conocer un poquito más; el centro de Asia no conozco, por ejemplo. Tengo que volver a trabajar a Barcelona, me están esperando, pero todavía me queda un poco de platita. Y quiero conocer más de Mongolia, Afganistán, Pakistán, Kazajistán, Kirguistán hasta Armenia, Georgia y Azerbaiyán; hasta ahí quiero llegar. Y nunca se sabe, una vez que te entra el bichito de viajar, querés hacer lo que sea para seguir viajando, es como una enfermedad, pero es una muy buena que te abre la mente, estás feliz con prácticamente nada.
